![](https://periodismodigital.mx/wp-content/uploads/2022/01/andraka.jpeg)
POR: JUAN SÁNCHEZ ANDRAKA.
Estoy, todavía, en la feria del libro en Tixtla. En estos días oigo constantemente que las personas se desean, unas a otras, salud y prosperidad. Las frases más comunes se refieren a Dios. “Que Dios te bendiga.” “Que Dios te conceda todos tus deseos.” “Que Dios te llene de bendiciones en el año que comienza.” “Que Dios te conceda bienestar.” Hace unos días pasó un amigo. Lo vi muy demacrado y pálido. ¿Cómo estás? Le pregunté. “Dios me está probando –me dijo-. Me mandó la diabetes y, además, el cáncer. No creo terminar el año que empieza. Dios ya me quiere llevar a su lado.” Un pariente muy cercano fue a visitarme allí mismo, en la feria del libro. Me platicó que había ido a Atliaca. “Allí me dieron a beber un buenísimo mezcal. Me emborraché. Así me vine manejando.” Muy alarmado le dije que eso había sido muy peligroso. “Sí, contestó. Pero me encomendé a Dios antes de arrancar mi carro. Le dije a Diosito que se hiciera su voluntad…” Una gran amiga se subió a su carro para ir quien sabe a dónde. “Los frenos están bajísimos –comentó-.” Se persignó y viéndome a la cara dijo: “Dios me protegerá”. Se fue.
El amigo que tiene diabetes y cáncer ha sido alcohólico, desordenado y adicto a la comida chatarra y a los teuclis de cerdo. Sin embargo, está convencido de que Dios lo está probando, que Dios le ha “mandado” las enfermedades. Yo afirmo que cada uno de nosotros es responsable de sus vidas. Es cierto: Dios está presente pero a través de sus normas, de su guía. Es nuestro “fabricante” y nos ha dado un manual de comportamiento. Si violamos las normas debemos sufrir las consecuencias. Mi pariente que manejó en estado de ebriedad y mi amiga que manejó con los frenos deficientes no tuvieron consecuencias pero se expusieron por su irresponsabilidad.
Nuestra salud, nuestra economía, nuestro bienestar dependen únicamente de nosotros. Son nuestra alimentación, nuestros pensamientos, nuestro carácter y nuestros hábitos y, por supuesto, nuestra voluntad los que determinan nuestra salud. Es cierto: Hay sucesos imprevistos y algunas enfermedades son hereditarias. Pero, en condiciones normales, la causa de nuestros males somos nosotros mismos.
Estamos acostumbrados a pedirle a Dios y a esperar de otros lo que nosotros debemos proveernos. Dios no manda salud ni enfermedad. Son consecuencia de nuestros actos, de nuestra manera de vivir. Dios no nos hunde en la pobreza. Es nuestra falta de iniciativa, de inacción, de nuestro despilfarro. Las oportunidades no salen al paso. Uno debe buscarlas o crearlas. Nadie puede darnos felicidad. Nosotros la debemos conquistar y conservar.
Repito: Hay normas, hay orientación, hay metas que nos ha dado nuestro “fabricante”. También proporciona ayuda a quien se esfuerza, a quien cumple sus normas, a quien tiene voluntad para ser mejor.
Se inició el año 2022. ¿Cómo será? Somos nosotros los que vamos a vivirlo. Por lo tanto, la forma de vivirlo es nuestra decisión. La felicidad, las carencias, la salud, la enfermedad, la violencia, la contaminación, la armonía y la paz serán resultado de nuestros pensamientos y de nuestras acciones. Es decir, de nuestra forma de vivir.