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El voyerista
Por Alfredo Guzmán
• ¿La violencia como protocolo?
La histórica actuación de las fuerzas del orden en México ha sido con acciones que tienen como propósito resguardar la paz y la seguridad social, tomando en cuenta el protocolo, que luego olvidan sobre todo cuando llegan y los reciben con confeti, actúan contra lo que se mueve en su contra y luego averiguan, con saldos muchas veces adversos, para la sociedad y para ellos mismos.
Ejercen la violencia que les permite el poder y el Estado. Aunque en ocasiones se sale de control.
No se enfrentan a las hermanas de la caridad.
La actuación histórica de los estudiantes de la escuela Normal Rural de Ayotzinapa, adoctrinados ideológicamente desde la perspectiva maoísta de Línea de Masas, que prevalece desde que yo era joven y militaba en la izquierda (Partido Comunista Mexicano), tiene como protocolo, amparados en que son luchadores sociales, violencia con objetos de todo tipo incluidos automotores contra lo que se oponga a su paso, agresión física y verbal, fuego, petardos y si la violencia del otro lado los supera, tirarse al suelo y gritar, agresión, agresión.
El reclamo no importa. Siempre habrá. En su caso, hay un saldo negativo en Guerrero, con los dos jóvenes asesinados un 12 de diciembre y la desaparición de los 43 y muerte de otros, que los acompañaban.
Eventos que desde la perspectiva social, aún no hay justicia plena.
La Normal de Ayotzinapa pone los muertos, con jóvenes manipulados con esa ideología, que desde la perspectiva de sus dirigentes es lucha social por derrocar un sistema e imponer el suyo, quienes los colocan al frente y ellos atrás, utilizando la violencia que permite la Constitución Política de los mexicanos, con marchas y manifestaciones y la policía y el Ejército y otros grupos incluidos personal de la delincuencia organizada, la violencia institucional.
Y los padres de los estudiantes el dolor.
La lucha social les permite asaltar camiones y trailers, quemarlos, chocarlos y utilizarlos como ariete contra quien se ponga enfrente, como ocurrió una vez que lanzaron un automotor contra la caseta de peaje de Palo Blanco, convirtiendo su protesta en un acto terrorista.
Incluye cobrar cuotas a conductores y quien se oponga, golpearlo.
Utilizar a la prensa como su vocero, pero impidiendo su trabajo, cuando realizan acciones contra el sistema y los partidos políticos no afines a ellos. Para los líderes de Ayotzinapa, hay prensa sumisa a la que amparan y atacan a la prensa crítica.
Los líderes de Ayotzinapa y su lucha han perdido credibilidad. No estudian y es una escuela de cuadros políticos para la lucha social, con gastos pagados.
La policía ha sido rebasada y en efecto, sus protocolos se han reducido, ante la violencia que ejercen todo tipo de grupos beligerantes. No tienen contención sicológica y en ocasiones son superados en armamento y logística.
No la justifico, como tampoco a los líderes manipuladores de jóvenes inexpertos que por hambre e interés de estudiar, los hacen presas fáciles del lenguaje ideologizado que los hace suponer que están haciendo la revolución.
Guerrero es un caldo de cultivo para el reclamo social y laboratorio de violencia de muchos y muchas.
Y las víctimas, normalmente inocentes, que alimentan a liderazgos políticos, corruptos.
Eso es Ayotzinapa, hoy.