De Julio Ayala Carlos
• El llamado de la Patria…
Como en la Guerra de Independencia, en la Guerra de Reforma y la Intervención Francesa, y como en la Revolución Mexicana, nuestros hermanos de entonces se pusieron del lado de la Patria, del lado de sus intereses más sublimes. Con todo y sus intereses personales, con todo y sus diferencias de grupo, siempre eligieron, como buenos mexicanos, como hombres de bien, el futuro de México.
No por nada tenemos héroes como Miguel Hidalgo, José María Morelos y Pavón, Nicolás Bravo, Vicente Guerrero, como también José Joaquín de Herrera, Benito Juárez, Porfirio Díaz, así como ha Aquiles Serdán, Francisco i. Madero, Emiliano Zapata, Francisco Villa, y Venustiano Carranza, y muchos más, quienes acudieron al llamado de la Patria cuando estaba en riesgo su futuro y su porvenir.
Hoy como entonces, como en 1988, la cuarta transformación del país, el futuro de México se encuentra en riesgo. Gente perversa, incrustada en el poder, al que llegó por el voto de la esperanza y el reparto de dinero, busca dinamitar sus instituciones para apoderarse del país. Ya lo hizo eliminando organismos autónomos con el argumento de que eran innecesarios y había corrupción en ellos sin haberlo demostrado, y ahora lo está haciendo con el Poder Judicial, uno de los contrapesos en los que se fundamenta la República.
Hay que decirlo. Ni duda cabe que en el Poder Judicial, el poder que administra justicia y revisa la constitucionalidad de lo que aprueba el Poder Legislativo, quien no le cambia ninguna coma (,) a lo que le envía el Poder Ejecutivo encarnado en el Presidente de la República, hay corrupción y salarios exorbitantes como ocurre en todo el gobierno, que son un insulto para los mexicanos, y en consecuencia debe acabarse, pero es un hecho que la elección de jueces, magistrados y ministros no va a terminarse porque se elijan por el voto del pueblo, como tampoco que con ello la justicia será más pronta y expedida,
Sí. Es un falso debate el que el pueblo va a elegir a los jueces, magistrados y ministros. Es falso, por decir lo menos, que así se sea, porque éstos serán propuestos, en partes iguales, por el propio presidente de la República, por el Congreso de la Unión, y otra parte por la Suprema Corte. Lo que se busca es tener, como ya ocurre, jueces, magistrados y ministros a modo, que respondan a los intereses del gobierno, y conforme a la propuesta de reforma, desaparezca el Amparo, aún y cuando lo que proponga el Ejecutivo y apruebe el Legislativo vaya en contra del pueblo y de la Constitución que le da rumbo al país.
Es lo que está en juego. El equilibrio de poderes, los contrapesos, contemplados en la Constitución, y que hasta hoy le han dado viabilidad el país. De someterse el Poder Judicial, como se propone, en favor de un solo hombre, encarnado en el Ejecutivo, México se estaría encaminando hacia un estado dictatorial, en donde la ley estaría del lado del gobierno y en contra del pueblo. Hoy la propuesta de reforma se encuentra ya en el Senado, en donde el grupo gobernante, el que la impulsa, junto con el presidente, sólo les falta un voto para aprobarla, luego de que dos más del desaparecido PRD, se sumaron a ella.
A lo largo de la historia, así como han existido hombres buenos, valientes, comprometidos con el país, Vicente Guerrero es un ejemplo de ello, “La Patria es Primero”, también han existido traidores. Antonio López de Santa Anta es uno de ellos, y no se diga del propio hijo de Morelos. Otros lo fueron Guajardo, quien en Chinameca asesinó vilmente a Zapata.
Al presidente de la República y a su partido, sólo les hace falta un voto para que se apruebe la reforma y con ello implementar el proyecto de gobierno de un solo hombre. De los 43 diputados que han dicho que están en contra de la reforma solo requieren un voto, el voto de un traidor a la patria para dinamitar su futuro. Ojalá esta vez no haya ninguno.
En fin. Es cierto que los diputados federales de Morena, así como los senadores, le deben el encargo a Andrés Manuel López Obrador. Es válido que lo sigan, pero en horas decisivas, cuando está en peligro el país, debe valorarse con quién se está: con los destinos de la República, o con la visión de un solo hombre. El presidente, con todo y que ganó arrolladoramente, no es México ni mucho menos encarna al pueblo.
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