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Conocí a Eliana García Laguna en el primer año de la Preparatoria. Daba un curso-taller de raro nombre: autogestión. Solo dos clases tuvimos; a la tercera no llegó. El subdirector de la 27 apareció en su lugar, diciendo que el mencionado taller quedaba suspendido porque la maestra que lo daba estaba presa. Después supimos que a García Laguna la responsabilizaban de los disturbios y saqueos cometidos durante un “paro cívico nacional”, donde hasta incineraron varios vehículos.
A los tres meses aproximadamente la dejaron en libertad. Volví a saber de ella al mes de que iniciara a publicarse El Sur, a mediados de 1993. Un colega de Acapulco me invitó a incorporarme y lo hice. A las tres semanas de comenzar a colaborar pude ir a las oficinas, topando con la sorpresa que Eliana ya no estaba laborando.
Conocí dos versiones; la primera fue que el cese fue por la falta de resultados en la encomienda de conseguir publicidad. La segunda es que la esposa del director Juan Angulo, Maribel Gutierrez, sintió celos y forzó al esposo a despedir a la causante.
Hace algunas semanas, un amigo de café que andaba vendiendo libros puso en mis manos “Cicatriz invisible en la memoria”, que resultó ser un libro de poesías de Eliana. Una docena están fechadas en el lapso en que fungió como encargada de conseguir publicidad para El Sur.
Llama la atención lo alusión directa al acto sexual y la invención de palabras. Por ejemplo:Te espero/ deseo lavar/ tu cuerpo/con mi lengua…Salir de mí/romper límites/ retomar las alucinaciones/nocturnas del amanecer/sin ti/ sin la esperanza/ de beber tu semen…Mar/ sublimado/ atrayente/ vergamar/ quiebracuerpos/ vergarena…Lejana oscuridad marina/ instante junto a ti,/ tu calor/ husmeando el mío…Ahora que El Sur cumple años, no quise dejar la oportunidad de una rememoración. El libro en comento se publicó en la Ciudad de México por Ediciones del Lirio poco antes de que iniciara la pandemia de coronavirus.