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Ma Tina, también llamada Flor, con un carácter enérgico nos otorgó los primeros apoyos al llegar, casi niños, a Acapulco en 1967 a estudiar en la Escuela Secundaria Federal Número 1 del Farallon.
Con mi atento saludo.
HOMENAJE A FLORENTINA MANZANAREZ GUERRERO (1926-1987)
Por César González Guerrero.
Hay personas, hombres y mujeres, que por azar del destino son parte fundamental en el proceso de formación profesional de la juventud; tal es el caso de la tía Florentina Manzanarez Guerrero, que nos cobijó de manera muy generosa cuando más lo necesitamos. Adicionalmente al esfuerzo y sacrificio que hicieron nuestros padres.
Ma Tina, también llamada Flor, con un carácter enérgico nos otorgó los primeros apoyos al llegar, casi niños, a Acapulco en 1967 a estudiar en la Escuela Secundaria Federal Número 1 del Farallon.
Hoy, en el marco del 96 aniversario de su natalicio, el pasado 20 de Junio, honramos su memoria post morten. Quizá en otra oportunidad sea posible escribir parte de su historia de vida.
En esta ocasión deseo rendir un modesto Reconocimiento y Homenaje póstumo a una de las mujeres, que en la década de los Sesentas, apoyó incondicionalmente a una generación de jóvenes originarios de Copala, con deseos de seguir estudiando en Acapulco.
La relación de familia, por ser prima hermana de mi madre Cohinta Guerrero Aparicio, fue determinante en cuidarnos para ser jóvenes responsables y no defraudar la confianza encomendada. Ma Tina nos cobijó, pese a sus limitaciones económicas como trabajadora-Afanadora del IMSS.
Sin duda, su gesto solidario, tuvo buenos resultados, ya que sin su orientación actualmente no seriamos nada.
Después de terminar mis estudios de Primaria en Julio de 1967, en la única escuela existente en mi tierra Copala, región Costa Chica de Guerrero, que lleva el nombre del Padre de la Patria Miguel Hidalgo y Costilla, nuestra vida también cambió en todos los aspectos. Creo que todos los hijos de campesinos tuvimos la misma circunstancia.
A los 13 años dejar nuestra tierra, hogar, familia, amistades, actividades campesinas, costumbres, tradiciones, etc, significó un cambio drástico jamás imaginado.
Con un comportamiento aun infantil, con tristeza y llanto, en el trayecto de Copala a Acapulco, ya arriba de la inolvidable Flecha Verde (después llamada Flecha Roja), con el clásico “carton” lleno de ropa, sueños e ilusiones, a falta de un “veliz” ( ahora llamada Maleta) “amarrado” con “mecate”, de la mano siempre, y muy “pegado” de mi padre, por fin, después de 4 horas llegamos a nuestro destino: la Casa de mi tía Ma Tina (Florentina Manzanares Guerrero) en la calle Zacatecas 31 de la popular Colonia Progreso.
A unos pasos del caudaloso Rio del Camarón.
Recuerdo la modesta y humilde casa de “tabique” con azotea, Sala, Comedor, Cocina, Patio y Baño instalado en la calle, nos “acurrucabamos” todos; por supuesto, mi tía, sus 3 hijas (mis primas Irma, Rosa y Rufina) y su pequeño hijo (Luciano), ocupaban las 3 o 4 camas disponibles; los paisanos y parientes ya viviendo ahí, como Praxedis Rafaela, Marcos Guerrero, Luis Olea, Javier mi hermano y este servidor, junto con Chico Guerrero y Pedro Torres “acompletamos” el cupo del modesto domicilio. Ocasionalmente estuvieron también mis primos Santiago Guerrero, Protacio Rafaela y Reyes Guerrero. Y dada la generosidad de Ma Tina varias veces llegaban familiares o amistades como huéspedes ocasionales buscándola para tratarse problemas de salud.
Desde luego nuestro dormitorio lo ubicamos en la “azotea” y que gracias al cálido clima no ocupamos cama ni colchón ni petate ni cobija, mucho menos almohada; a “ras” de piso buscábamos el mejor espacio para dormir y una escalera de madera para subir y bajar todas las noches. Algunas veces sin cenar (pero no por falta de alimentos, sino por llegar cansados y algo noche de la escuela) pero felices, admirando la luna y las estrellas, escuchando las amenas pláticas de nuestros mayores compañeros de “azotea”.
Afortunadamente pronto nos fuimos separando, unos salieron al Distrito Federal para tratar de continuar sus estudios de Media Superior y Superior y otros a buscar trabajo de lo que fuera para rentar algún “cuarto” más adecuado a nuestras posibilidades y necesidades.
Fue así, con tristeza y muy agradecidos, como nos despedimos de Ma Tina y su familia y cada uno de nosotros “agarró” su camino.
Por supuesto que gracias a ese gran apoyo de la tía Tina, hoy somos orgullosos profesionales al servicio de Guerrero y de Copala.
¡¡Nuestra gratitud eterna a Ma Tina!!
¡¡Viva Florentina Manzanarez Guerrero!!